4ª Parte (Capítulos 46 - 60)

Capítulo 46
Cuando acabó la canción, Esmeralda se alejó rápidamente de Rick y los dos se quedaron mirándose a los ojos como una especie de desafío:
Rick intentaba demostrar que era más poderoso y que podía dominarla. Y Esmeralda intentaba demostrar que no le tenía miedo y que él no podía controlarla.
Habían estado todo el rato en silencio, él la miraba a los ojos y ella había intentado apartar la mirada, a veces sin éxito.
-Me puedo ir ya, ¿verdad? Ya hemos bailado, así que...
-Supongo que sí, pero antes necesito saber algo. ¿Tiene ese tal Steven algún don o talento?
-No. Es un completo idiota.
-¡Oh! ¿De verdad? -preguntó él riéndose-
-Ajá. Si me disculpas... -dijo Esme dándose la vuelta antes de que él la obligara a decir la verdad-
-Otra cosa. Solo es curiosidad, no me respondas si quieres pero, ¿qué habéis venido a hacer aquí? -quiso saber Rick-
Esmeralda suspiró y sin volverse le respondió:
-Una fiesta siempre es una fiesta.
Luego se fue.
Cuando creyó haber perdido de vista a Rick, y él a ella, empezó a buscar a su hermana desesperadamente.
Se dirigió a la mesa de bufé, donde la había visto por última vez, pero no estaba allí.
Cuando había dejado a Rick, acababa de terminar una canción y, por tanto, de empezar otra. Quizá alguien le habría pedido un baile a Celeste. Pero no tenía tiempo para buscarla ahora que sabía que había al menos un Kosh en el edificio.
Después de estar buscándola dentro, salió afuera.
Reprimió un grito al ver que faltaba un caballo. El caballo en el que había acudido Celeste al baile.
Se había pasado todo el rato al lado de la mesa de bufé. Estaba rodeada de gente y aquello la agobiaba, así que no se movió de allí ni siquiera cuando dos chicos se habían acercado a ella pidiéndole un baile.
De vez en cuando, entre la multitud, veía a Esmeralda bailando con aquel chico y Celeste sonreía, contenta al creer que había hecho bien juntándolos.
Pero la sonrisa desapareció de su rostro cuando vio a tres hombres armados con espadas salir por una de las múltiples puertas que había en el salón y se imaginó que en aquella habitación no podía haber nada bueno si unos Kosh salían de ella.


Capítulo 47
Tatiana había estado en silencio todo el tiempo.
Mash, al principio no dejaba de hablar para evitar el incómodo silencio que había en aquel momento, pero Tatiana apenas le respondía y por eso, también él acabó guardando silencio.
Habían salido el día anterior y la primera noche ya la pasaron en el bosque. Aquel mismo día se habían levantado tarde y, por tanto, llevaban cabalgando todo el tiempo para recuperar el tiempo perdido y ya estaba anocheciendo.
-¿Te parece bien que paremos aquí? Quizá después no encontremos un sitio como éste- dijo Mash señalando un árbol que había a un lado del camino que parecía dar buen cobijo-
-Vale -respondió Tatiana de una manera que Mash comprendió que a ella le daba igual descansar en ese momento o más tarde-
Ataron los caballos y se sentaron bajo el árbol.
De la bolsa que llevaba, Mash sacó unas frutas y un poco de pan.
-Mañana comeremos mejor -le prometió a Tatiana mientras le ofrecía uno de aquellos frutos-
-No importa; no tengo hambre -rechazó ella-
-Haré una pequeña fogata antes de que empiece a refrescar.
Tatiana cogió la manta que Mash le tendió unos minutos después de haber encendido un pequeño fuego cerca del árbol pero a una distancia prudente para que no se incendiara el bosque, la extendió en la hierba y se tumbó de espaldas a Mash.
Intentó dormir pero su mente no estaba tranquila. Pues todavía estaba preocupada por Celeste y Esmeralda, porque no había podido impedir que fueran al baile.
No podía dejar de darle vueltas al tema y al fin se quedó dormida.
También él estaba dormido cuando un ruido le despertó.
Sabía que hacer en esas circunstancias, pues no era la primera vez que sufría una emboscada.
Se quedó inmóvil, alerta, con los ojos cerrados mientras esperaba a que el atacante se acercara, pero entonces se acordó de que Tatiana estaba al otro lado de la fogata, dormida.
Abrió los ojos esperando sorprender al enemigo cuando en realidad, él era el sorprendido:
Tenía cuatro Kosh rodeándolo y por un momento, creyó estar soñando. Reaccionó un segundo después al ver a Tatiana escondida tras la maleza esperando para atacar.





Capítulo 48
Celeste, presa del pánico, se quedó quieta como una estatua. ¿Sabría Esmeralda que allí mismo, entre la gente, habían Kosh?
Estuvo un momento sin saber que hacer; quiso avisar a su hermana pero temía que si Esme se enteraba hiciera algo que pudiera asustar a las demás personas que estaban bailando.
Pero inesperadamente, Celeste se sintió fuerte y valiente al pensar que, si entraba en la habitación de la cual habían salido los Kosh, averiguaría algo (aunque no sabía muy bien el qué) y en el caso de que aún quedara alguno dentro, ella podría acabar con él gracias a sus dones: El Agua y el Viento.
Entró rápidamente debido al temor de que los otros Kosh pudieran regresar de donde fuera que hubieran ido.
Era una sala oscura que estaba en silencio, lo cual tranquilizó un tanto a Celeste.
Esperó a que la vista se le acostumbrase a la oscuridad para poder mirar alrededor.
No había ninguna ventana; solo una alfombra roja, una pequeña mesa con utensilios de bricolaje y cosas similares y un sillón enfrente de una silla.
El corazón de Celeste dio un vuelco cuando vio a aquel hombre.
Se hallaba en la silla visiblemente atado con anchas cuerdas. Tenía la cabeza echada hacia atrás; el pelo, manchado con sudor y sangre a causa de ser brutalmente torturado se le pegaba al rostro; pero a pesar de todo aquello, se notaba claramente que era .
Pero que fuera o no guapo no le importó a Celeste cuando, de pronto, le entraron arcadas al ver la macabra escena.
Los brazos del hombre yacían inertes a su lado y uno de ellos estaba fracturado, la cara estaba cubierta completamente por manchas de sangre seca y uno de sus pies también tenía aspecto de estar roto.
Celeste quiso huir, salir corriendo, pero se detuvo al recordar la mítica frase: <<Los enemigos de mis enemigos son mis amigos>>. Pensar aquello fue lo que la convenció.
Cerró los ojos y susurró:
-Agua, Viento: voy a sacarlo de aquí y no sé muy bien cómo. Ayudadme, por favor. Agua, lávalo para que pase desapercibido entre la gente y tú Viento, ayúdame a llevarlo porque yo sola no tengo suficiente fuerza.
Así, el Agua le quitó le quitó las manchas superficiales de sangre y el Viento lo incorporó de forma que él estuviera de pie y Celeste solo tuviera que llevarlo como si él fuera un simple borracho, pues a los ojos de los demás eso sería lo que aparentaba.




Capítulo 49
Tatiana, en realidad había estado despierta aunque Mash hubiese creído lo contrario. Sí, es cierto que por un momento se quedó dormida, pero despertó cuando creyó oír relinchar a uno de los caballos.
Así era: podía oír los pensamientos de las personas gracias a aquel extraño “don” que ella creía una maldición, pero luego descubrió que también poseía un tipo de afinidad especial con los animales, lo que equivalía a “oír” también sus pensamientos aunque más bien eran sus emociones, pues era difícil comprender la mente de los animales.
Los caballos estaban nerviosos y eso fue lo que la despertó.
No estaban solos, comprendió Tatiana.
Se levantó y se escondió tras unos arbustos lamentando no haber podido avisar a Mash para que hiciera lo mismo.
Pero tuvo suerte, porque aquellos no eran unos Kosh demasiado inteligentes, se dijo, porque no se habían dado cuenta de que allí faltaba alguien (ella misma).
Habían dos caballos y... ¿ellos no se habían dado cuenta... de aquel detalle? Se suponía que eran guerreros “expertos”.
<<Por una vez tengo suerte -se repitió- y hay que aprovecharla>>
Maldijo en voz baja cuando vio que Mash se despertaba encontrándose rodeado.
Cuando él la vio, ella le hizo un gesto para que él se hiciera el despistado y no revelase su posición tras el arbusto. Se preparó para el ataque sorpresa que pensaba realizar sin saber en realidad qué hacer.
Otra vez sintió el nerviosismo de los caballos y decidió acercarse sigilosamente a ellos.
Soltó la cuerda que los mantenía atados al árbol y sintiendo pena por ellos, les propinó una patada en el trasero. Seguidamente los caballos echaron a correr velozmente y se llevaron a dos Kosh por delante.
A partir de aquel momento todo sucedió rápidamente: uno de los Kosh atrapó a Tatiana sin que ésta pudiera evitarlo o siquiera intentar defenderse y Mash mantenía un duelo a espadas con el otro que aún seguía en pie.
Tatiana cogió una piedra en un momento de despiste del Kosh que la tenía cogida por un brazo y la lanzó al que luchaba con Mash.
Al recibir la pedrada, el Kosh se giró hacia ella mientras Tatiana gritaba:
-¡Mash, corre! ¡Vete y no te preocupes por mí!
Mash salió corriendo como ella le había dicho que hiciera esquivando a los Kosh que se levantaban e intentaban atraparlo.
Consiguió huir y por haberlo ayudado, Tatiana recibió un golpe que la dejó inconsciente.


Capítulo 50
Esmeralda, preocupada y muy enfadada, subió a su caballo de un salto sin preocuparse por el vestido siquiera y empezó a cabalgar a toda velocidad hacia la casa.
Durante el camino, el viento azotaba violentamente su cara, pero no se dio apenas cuenta, pues estaba demasiado ocupada pensando en qué haría si Celeste no estaba en casa y en qué le diría cuando la encontrara.
Esme estaba hirviendo de ira.
Cuando llegó, dejó el caballo en el establo y le gritó a Noelia, que estaba allí, que se encargara ella del caballo.
Noelia le dijo que no, pero Esmeralda ya se había ido corriendo.
-Lo que tengo que soportar -susurró Noelia tras un suspiró-
Esme tenía pensado entrar en la casa llamando a Celeste, pero no lo hizo pensando que, si Dalia estaba en la casa y Celeste no, podría enfadar, y mucho, a Dalia. Así que era mejor guardar discreción y ocultar el echo de que su hermana estaba desaparecida.
Pero cuando estaba a punto de entrar por la puerta principal, todas esas preocupaciones se esfumaron al ver salir de la casa a Celeste.
En aquel momento se sintió aliviada, pero a la vez, la llenó una ira peor que la anterior.
Celeste la cogió por el brazo y se la llevó a los adentros del bosque.
Esperaba que cuando Esme empezase a hablar, se hiciera interminable, por eso, se extrañó cuando solamente le preguntó:
-¿Dónde has estado?
Pero lo que más había sorprendido a Celeste no fue que la pregunta hubiera sido corta, si no que la había formulado muy calmadamente.
-¿Por qué no estás enfadada? -le preguntó ella-
-Cuando me respondas decidiré si debo o no enfadarme, porque pienso que, si me dejaste tirada y sin avisar sería por una buena razón, ¿no es así?
-Sí, claro. ¿Sabías que allí habían Kosh? -le preguntó a Esme-
-¿Ah, sí? ¡No me digas! Celeste estuve bailando con uno, ¿lo sabías?
Celeste se quedó helada.
-¿Y tú cómo sabías que habían Kosh? -preguntó Esme- Y aún tienes que decirme por qué te fuiste.
-Pues verás...




Capítulo 50
Esmeralda, preocupada y muy enfadada, subió a su caballo de un salto sin preocuparse por el vestido siquiera y empezó a cabalgar a toda velocidad hacia la casa.
Durante el camino, el viento azotaba violentamente su cara, pero no se dio apenas cuenta, pues estaba demasiado ocupada pensando en qué haría si Celeste no estaba en casa y en qué le diría cuando la encontrara.
Esme estaba hirviendo de ira.
Cuando llegó, dejó el caballo en el establo y le gritó a Noelia, que estaba allí, que se encargara ella del caballo.
Noelia le dijo que no, pero Esmeralda ya se había ido corriendo.
-Lo que tengo que soportar -susurró Noelia tras un suspiró-
Esme tenía pensado entrar en la casa llamando a Celeste, pero no lo hizo pensando que, si Dalia estaba en la casa y Celeste no, podría enfadar, y mucho, a Dalia. Así que era mejor guardar discreción y ocultar el echo de que su hermana estaba desaparecida.
Pero cuando estaba a punto de entrar por la puerta principal, todas esas preocupaciones se esfumaron al ver salir de la casa a Celeste.
En aquel momento se sintió aliviada, pero a la vez, la llenó una ira peor que la anterior.
Celeste la cogió por el brazo y se la llevó a los adentros del bosque.
Esperaba que cuando Esme empezase a hablar, se hiciera interminable, por eso, se extrañó cuando solamente le preguntó:
-¿Dónde has estado?
Pero lo que más había sorprendido a Celeste no fue que la pregunta hubiera sido corta, si no que la había formulado muy calmadamente.
-¿Por qué no estás enfadada? -le preguntó ella-
-Cuando me respondas decidiré si debo o no enfadarme, porque pienso que, si me dejaste tirada y sin avisar sería por una buena razón, ¿no es así?
-Sí, claro. ¿Sabías que allí habían Kosh? -le preguntó a Esme-
-¿Ah, sí? ¡No me digas! Celeste estuve bailando con uno, ¿lo sabías?
Celeste se quedó helada.
-¿Y tú cómo sabías que habían Kosh? -preguntó Esme- Y aún tienes que decirme por qué te fuiste.
-Pues verás...


Capítulo 51
Mash había huido, sí, pero no llegó muy lejos. Y no era que no hubiera oído cuando Tatiana le dijo, más bien con un grito, que no se preocupara por ella, si no que simplemente no le iba a hacer caso.
Ella se había sacrificado por él y, por lo tanto, él sentía que tenía que devolverle el favor. Lo único que todavía no sabía era cómo.
Se escondió allí, en el bosque, hasta que pensó que los Kosh habrían dejado de buscarle y luego, volvió al lugar donde los habían sorprendido.
De la fogata apenas quedaban unos restos, la manta con la que había dormido Tatiana aún se hallaba en el suelo al igual que las mochilas que había llevado Mash con las provisiones para el viaje.
Se acercó a ellas solo para descubrir que los Kosh habían aprovechado para robarle, aunque eso Mash ya lo había supuesto.
Sentado bajo el árbol empezó a pensaren un plan de rescate.
No se le ocurrió nada y a causa de eso decidió improvisar.
Así que se levantó y echó a andar hacia el lugar al que tenía pensado dirigirse cuando salieron de la casa, y cuando llegara allí ya decidiría qué hacer. Lo único que iba en contra de su no-plan era que aquel poblado que era su lugar de destino estaba muy lejos y todavía más yendo a pie. Pero también había algo más que no iba a su favor: no sabía adonde se habían llevado los Kosh a Tatiana.
Pero ni siquiera todo aquello le hizo rendirse o siquiera volver a casa y pedir ayuda a los demás, aunque reconocía que a cada paso que dabase sentía más atraído hacia aquella idea; pero no, él iba a salvarla y lo iba a hacer solo.
Cuando se despertó casi se cae del caballo.
Le costó, al principio, saber donde estaba y que había pasado. Pero lo recordó todo cuando oyó hablar a los Kosh que la tenían prisionera.
Revivió el momento del ataque: ella escondida esperando para atacar; un Kosh atrapándola; ella lanzando una piedra al que luchaba con Mash; gritándole a su compañero para que huyera, y finalmente... nada más.
Debían de haberla dejado inconsciente.
Los Kosh le habían puesto un saco o algo parecido en la cabeza y ella, en aquel momento, iba a caballo con uno de ellos.
Deseó haber estado inconsciente un bien rato para así, haberse librado de la mayor parte del viaje.
No sabía adonde la iban a llevar; ni tan siquiera sabía si iba a estar viva dentro de unas horas.
Pasó el tiempo pensando en su incierto futuro hasta que los caballos se detuvieron y la hicieron bajar.
Entraron en algún lugar y tuvieron que subir unas enormes escaleras y por fin le quitaron aquel saco de la cabeza.
Los ojos se le humedecieron al sentir la añoranza y la tristeza que le provocaba aquel lugar.


Capítulo 52
A Steven le hubiera gustado quedarse en la casa vagueando toda la tarde.
Sabía que Mash y Tatiana se habían ido a un lugar que estaba bastante lejos a hacer algún tipo de recado y tardarían en volver y Esmeralda y Celeste estaban en una fiesta.
Como no tenía nada que hacer se fue al claro al que solía ir para practicar de nuevo con la espada aunque esta vez sin ganas.
Tras un buen rato de realizar fintas y ataques a un enemigo invisible, se sentó bajo un árbol y como ya le pasó una vez, se quedó dormido.
<<Esta vez no me he dormido pensando en ella -se dijo cuando vio a Lisa acercarse- >>
-Oye, de verdad... ¿cómo haces para entrar en mis sueños?
-¡Yo también me alegro mucho de verte! -dijo ella sarcástica-
-Lo siento.
Él todavía estaba sentado bajo el árbol y Lisa se sentó junto a él.
-¿Y cómo sabes que ésta vez también soy un sueño?
Pero Lisa no le dio a Steven tiempo para responder. Le echó los brazos al cuello y lo besó. Había tenido que esperar demasiado tiempo para aquello, pensó.
Cuando él se repuso de aquel beso inesperado, se quedó inmóvil al entender lo que Lisa había querido decir.
-¿Es verdad? ¿Estás aquí realmente?
-Sí. Y todavía no me lo puedo creer -dijo ella sinceramente-
-¿Y cómo lo has conseguido? -preguntó fascinado Steven-
-Ya te lo contaré. Ahora mismo no es importante -dijo Lisa antes de besarlo de nuevo-
Estuvieron así, abrazados bajo el árbol, hasta que empezó a oscurecerse el cielo.
-Va a empezar a hacer frío. Vamos a la casa -le propuso Steven-
-No creo que... Prométeme algo.
-¿El qué?
-No, no preguntes. Tú solo promete que vas a hacer lo que te voy a pedir.
-Vale. Lo prometo. ¿Qué acabo de prometer? -preguntó él con una sonrisa-
-Me vas a ocultar a… tus amigos o lo que sean.
-¿Por qué? ¿Y cómo quieres que lo consiga?
-No lo sé. Es que siento algo que me dice que por ahora debo permanecer alerta. Y no te preocupes. Para no hacértelo difícil me voy a quedar aquí, en el bosque, en lugar de ir a la casa esa.
-Bueno... supongo que tengo que cumplir la promesa que he hecho.
-Desde luego.
Se dieron un beso de despedida y se separaron.




Capítulo 53
Esmeralda y Celeste seguían en el bosque.
Esme había escuchado con atención todo lo que su hermana le estaba contando. Le había dicho cómo vio a unos Kosh salir de una de las habitaciones del salón donde tenía lugar el baile, que había entrado allí y también le contó que había decidido rescatar a aquel hombre.
Esmeralda se iba sorprendiendo cada vez más de lo valiente que había sido Celeste: se había arriesgado a ser descubierta por los Kosh, ella sola logró sacar al hombre de allí y había logrado llevarlo a la casa sin que nadie aparentemente se hubiese dado cuenta. El problema era, sin duda, tener que contarle todo aquello a Dalia y a los demás.
-Lo has llevado a nuestra habitación, ¿verdad?
-No. Está en la que quedaba libre pero Dalia no entrará allí por nada, así que de momento no hay peligro.
-Y... ¿cómo está? -preguntó Esme-
-Vivo, pero... No sé. Es que está muy malherido -explicó Celeste-
-¿Y qué vamos a hacer?
Celeste se alegró de que su hermana quisiera ayudarla y que no le hubiera dicho algo como: “Es tu problema. Tú te apañarás”
-Sinceramente... no lo sé.
-Deberíamos contárselo a Dalia.
-Pero ya sabemos cómo se va a poner cuando se entere.
-Ya, pero... ¡A lo mejor no! La podemos convencer de que esto es bueno. ¡Piénsalo! Hemos burlado a los Kosh y el tío ese, cuando despierte, puede ayudar. Que esto no salga de aquí, pero por lo que me has contado debe de ser más fuerte que Steven -comentó al final Esme con su tono de cotilla maruja-
-Sí. Es más alto y también mayor que él.
-¡Bien! ¿Cuándo crees que despertará? -preguntó con curiosidad-
-No lo sé. Quizá ahora... o en unos días.
-Y si...
Esmeralda echó a correr hacia la casa y Celeste comprendió que es lo que había sugerido su hermana. ¿Y si ya se había despertado? ¿O si Dalia lo había visto antes de tiempo? Había olvidado cerrar la puerta con llave (era una maravilla que todos los dormitorios se pudieran cerrar con llave) y se maldijo por aquello.
Cuando Celeste entró en la habitación Esmeralda estaba mirando hacia la cama.
-No me creo que lo hayas podido traer aquí tú sola -opinó Esme-
-No te he dicho que haya sido fácil pero he contado con la ayuda del Viento.
-Tienes razón en una cosa: es más alto que Steven. Y otra cosa: se te había olvidado decirme lo guapo que es.
Celeste no pudo evitar reírse del tono con el que había hablado su hermana. No estaba bien criticar a los demás estuvieran o no delante. Pero era verdad, Steven era un poco tirando hacia bajito y él era muy alto y como también había dicho Esme, guapo.


Capítulo 54
De camino a la casa, Steven tuvo mucho en que pensar.
Aunque todas las preguntas que se hacía eran las obvias: ¿Cómo había conseguido Lisa llegar allí? ¿Por qué quería permanecer oculta? ¿Podrían ellos dos regresar a casa con sus familias?
Pasó por delante del establo y vio que Noelia estaba subiéndose a un caballo y Dalia también estaba hablando con ella. Decidió entrar a ver que sucedía.
-Hola.
-Hola Steven -saludó Dalia-
-Bueno, pues eso es todo -le dijo Noelia a Dalia-
-¿Te marchas? -preguntó él-
-Así es. Me agobia estar siempre en un mismo lugar. Sé que no me entendéis pero no me importa. Hasta la próxima -dijo antes de marcharse a galope-
-Me estás evitando. Lo sé -le espetó Dalia-
Steven decidió hacerse el sorprendido.
-¿Yo? Pues no sabía que pensaras eso.
-Y yo creo que si me evitas es que o no me quieres contar algo o es que estás ocultándonos cualquier cosa a todos nosotros.
-Yo... Simplemente estoy cansado. Discúlpame. Mañana hablamos.
Salió del establo y entró en la casa. Subió las escaleras con intención de dirigirse a su habitación y no salir de allí en lo que quedaba de día.
Se tumbó en la cama pensando lo maravilloso que sería estar de nuevo en su verdadero hogar y que su mayor preocupación fuesen los nervios antes de ir a una misión o que su jefe le echara la bronca sin motivo.
Soltó un gruñido de frustración cuando oyó levantar la voz a las hermanas.
<<¡¿Es que no se puede descansar en esta casa?! ¿Y no estaban esas dos por ahí de fiesta?>>
Decidió levantarse e ir a llamarles la atención. Cruzó el pasillo y llamó a la puerta de la habitación de la que venía el alboroto con dos fuertes golpes.
Esmeralda abrió la puerta y asomó la cabeza sin dejar pasar a Steven.
-¿Qué desea? -preguntó forzando una sonrisa-
-Que dejéis de molestar, ¿de acuerdo?
En aquel momento, oyó que Celeste le susurraba a su hermana:
-Oye, creo que se ha movido.
-¡Hey, dejadme entrar! -dijo Steven empujando la puerta-
La última vez ya se tuvo que quedar fuera y no pensaba dejar que esta vez sucediera lo mismo.
Cuando entró, Celeste y Esmeralda se colocaron delante de la cama ocultando algo pero Steven las apartó a empujones.
-No puede ser... -susurró al ver al que yacía en la cama-
Las dos chicas se miraron sorprendidas.




Capítulo 55
No más quitarle el saco de la cabeza había reconocido el lugar. Claro que lo reconocía. ¿Cómo no iba a hacerlo? ¡Prácticamente se había criado allí!
La habían llevado al castillo conocido por todos como “Castillo Dorado” a causa de como bien indica el nombre, el color.
La fachada estaba constituida por piedra de color marrón claro, pero a la luz del sol brillaba y le daba ese color dorado tan característico.
La edificación la formaban tres edificios:
El principal, donde había vivido la familia real y, por lo tanto, ahora estaba supuestamente deshabitado. Las cuadras y la residencia de los sirvientes.
Estaban rodeados por el foso, donde la gente creía que habían cocodrilos, pero Tatiana sabía por experiencia que aquello no era cierto, pues una vez, cuando era niña, se cayó en el foso.
Ella no vivía en el Castillo Dorado pero siempre había sido muy amiga de su prima, la princesa.
Era cierto que su padre nunca se había llevado demasiado bien con su hermano. Todo el mundo pensaba que era debido a que Astaroth ansiaba demasiado la corona aún sabiendo que era su hermano quien debía llevarla.
El caso es que, Tatiana siempre lo convencía a ir a visitar a sus familiares.
Una vez, cuando ella tenía cinco años fueron allí de visita porque era el cumpleaños de su prima, que cumplía cuatro. Era una fiesta privada y por lo tanto solo asistió la familia directa.
Los tres pequeños (ellas dos y el pequeño Rick que tenía los dos años recientes) salieron a dar una vuelta alrededor del castillo acompañados por las madres. Fue en un descuido de ellas cuando Tatiana tropezó y cayó al foso. La sacaron rápidamente y se alegraron al comprobar que todo había quedado en un susto.
Tatiana regresó a la realidad cuando los Kosh le dieron un empujón para que siguiera andando.
Se fijó en que la guiaban sin estar muy seguros del camino por el que iban y si era el correcto para a su destino, fuese cual fuese. Tomó nota de aquello, pues le podría ser útil para cuando tuviera que huir y ella contaba con la ventaja de conocerse hasta algún que otro pasadizo secreto.
Pasaron por delante de una gran puerta de madera decorada con el dibujo de una espada que atravesaba una corona. El símbolo real.
Aquella era la sala del trono.
Los Kosh la abrieron y saludaron con una reverencia a quien estaba sentado en el majestuoso trono.
Tatiana no podía creer lo que veían sus ojos.
Uno de los Kosh la miró y le ordenó:
-Arrodíllate ante tu rey.
Sin embargo, no hizo lo que se le ordenaba. Todavía estaba incrédula. Sabía que tarde o temprano se encontraría cara a cara con él, pero aún era demasiado pronto.
-Tatiana. Hija. ¿No sientes respeto por tu rey? -le dijo-


Capítulo 56
Mash había echado a andar por el camino hacia su destino sintiéndose muy desgraciado.
Llevaba una hora andando mientras amanecía cuando pasó un carro guiado por dos caballos negros. Era de un mercader que buscaba nuevos lugares donde vender sus mercancías.
Mash consiguió que se detuviera y le habló con toda la amabilidad que pudo.
-Saludos. ¿Seria posible que me llevara usted parte de este camino?
-Tengo mucha prisa. ¡Sube de una vez! -le respondió bruscamente-
Subió de un salto y siguió hablando con cortesía a pesar de que el mercader no la merecía.
-Gracias buen hombre. ¿Adónde se dirige?
-Voy sin rumbo fijo. Solo busco un maldito lugar donde la gente quiera negociar.
-¿Y qué vende usted si puede saberse?
El hombre se rió antes de responder:
-Utensilios de cocina. ¿Te interesa? -preguntó con guasa-
-Claramente no -respondió Mash con una sonrisa-
Conducía el carro todo lo rápido que el camino y el peso del material que transportaba le permitían.
Llegaron a un poblado cuando acababa de llegar el mediodía. Decidieron parar allí y el hombre le preguntó a Mash que a donde quería ir.
-No lo sé -respondió él- Quizás un poco más al este.
-¿Hacia el Castillo Dorado? Yo mañana salgo para allá, ¿te apuntas?
A causa de no tener ningún plan, aceptó.
Tuvo que salir de su asombro porque Astaroth, su padre, esperaba una respuesta.
-¿Respeto? No sé que es eso -dijo haciéndose la tonta-
Astaroth se rió secamente haciendo caso omiso del comentario de su prisionera.
-No pareces muy sorprendido al verme por aquí, ¿eh?
-¿Debería estarlo? Era obvio que acabarían capturándote... Solo era cuestión de tiempo.
Tatiana opinaba lo mismo, así que decidió cambiar de tema.
-¿Y qué vas a hacer conmigo? ¿Encerrarme o lavarme el cerebro como has hecho con Rick?
-Oh... No. Rick es un gran hombre y sabe lo que le conviene.
-¿Pero qué dices? Todavía no es ningún hombre ¡y ni mucho menos sabe lo que le conviene y lo que no! -gritó ella tras haber perdido los nervios-




Capítulo 57
-Pues no es que tú seas mucho mayor que él... -insinuó Astaroth-
Tatiana empezó, lentamente, a recobrar la compostura.
-Puede -aceptó- Pero yo he madurado.
-Piensa lo que quieras.
Estuvieron unos momentos en silencio hasta que a ella se le ocurrió la forma de cabrearlo lo suficiente, y con ello provocar que se volviera bastante loco.
-Bueno, ¿ya has decidido qué hacer conmigo... papi?
Fue aquella última palabra la que había provocado que Astaroth se levantara de un salto y empezara a gritar. Porque ni Tatiana ni Rick lo habían llamado así desde que murió su madre y era que, a Astaroth, aquella palabra le recordaba los viejos tiempos. Sí, era verdad, era una tontería. Pero lo cabreaba, y mucho.
-¡Lleváosla de aquí! A las mazmorras... ¡Y que no salga!
Tatiana, con una sonrisa, dejó que los kosh la sacaran de allí.
Fueron por los pasillos. Uno de los kosh iba delante suya y el otro, detrás.
Antes de que la hicieran bajar a los sótanos, tuvo una idea. Se agachó en el suelo y soltó un pequeño gritito.
-¿Qué te pasa? -le preguntaron con malos modos-
-Me duele -dijo ella señalándose el tobillo-
-¿Me permite, damisela? -preguntó irónicamente el que iba detrás mientras se agachaba junto a ella-
Tatiana se levantó con un rápido salto y echó a correr con la ventaja de que uno de ellos todavía estaba arrodillado y el otro estaba más atrás aparte de contar con el factor sorpresa.
Corrió por el pasillo que acababan de recorrer y al doblar la esquina entró en una de las habitaciones.
Conocía muy bien aquel dormitorio. Era en el que ella solía alojarse en las visitas que realizaba para ver a su prima. Y sabía que allí, tras uno de los tapices, había una puerta secreta salvo para quienes ya sabían de su existencia.
Empezó a correr por el camino sin ninguna luz y salió al pasillo pricipal por otra puerta oculta.
Salió al exterior y se dirigió hacia las cuadras.
No había ningún caballo... ¿Cómo era posible?
<<Pues nada, habrá que seguir a pie>>
Se acercó a la puerta levadiza. Había un solo kosh y tenía que distraerlo para poder escapar antes de que los demás pudiesen alertarlo de que había una fugitiva.

Capítulo 58
Los minutos pasaban y no encontraba ninguna forma de distraerlo.
<<Iré directa al ataque -pensó->>
Cogió un par de piedras y las escondió en su vestido. Aprovechó la escasa luz del sol amaneciendo para acercarse a él y de un pedrazo, matarlo.
Para su propia sorpresa, el guerrero apenas gritó. Lo empujó para que cayera al foso y siguió corriendo.
Se pasó todo el día andando por el borde que había entre el camino de tierra y el bosque para que, si la descubrían, internarse en el bosque para esconderse.
Por la noche llegó al poblado más cercano al castillo. Antes, aquel viaje hubiera durado a pie solo unas horas, pero los kosh vigilaban mucho los caminos y la gente había tenido que cambiar sus rutas para no meterse en problemas.
Entró en un hostal y le suplicó al dueño que le dejara pasar allí tan solo aquel día gratis, pues estaba demasiado cansada como para continuar andando, y él le respondió que si sabía pasar inadvertida podía quedarse. Tatiana no tuvo problemas para aceptar y subió su habitación. Se quedó dormida.
Despertó cuando alguien empezó a golpear la puerta con insistencia. La abrió pensando que sería el hostelero que iba a echarla.
-¿Sí?
-Te he reconocido antes -dijo la mujer que momentos antes había estado llamando a la puerta- Formas parte del grupo que se resiste a Astaroth, ¿verdad? Sois los que vivís en el bosque.
Tatiana se preocupó y no respondió
-Estoy de vuestro lado. Han venido los kosh muy enfadados y creo que es porque te están buscando.
-Gracias por el aviso.
En la planta de abajo se oyó un ruido y la gente empezó a gritar.
-¡Están aquí! Corre, sal por la ventana -la apremió la mujer-
Tatiana no discutió e hizo lo que le habían dicho.
Al caer al suelo se hizo daño pero lo ignoró y echó a correr nuevamente. Suerte que el edificio era bajito a pesar de sus dos plantas.
Llegó al siguiente poblado al anochecer.




Capítulo 59
Tatiana se dirigió a la plaza y allí llamó a la puerta de una de las casas Abrió un hombre claramente borracho.
-¿Qué quieres? -le gruñó-
-Disculpe, creo que me he equivocado -respondió ella marchándose rápidamente de allí-
Llamó a la puerta de la siguiente casa. Le abrió esta vez una mujer que le echó un vistazo de arriba a abajo y la miró con mala cara.
-El burdel está dos calles más abajo -dijo la mujer antes de cerrar la puerta-
Tatiana se quedó confundida y se miró. Entonces lo comprendió: Llevaba el vestido sucio y arrugado y estaba roto por una parte de las mangas.
«Estoy hecha un asco, pero aún así la gente de este pueblo tiene muy malos humos...»
Decidió llamar a una puerta más y si volvía a salir mal dormiría al raso en la calle o ya se buscaría la vida.
La puerta la abrió otra mujer que, al contrario de la anterior, cuando la miró le preguntó amablemente:
-¿Qué deseas?
-Solo busco alojamiento para esta noche.
-Claro. Adelante, cielo -le dijo dulcemente-
Tatiana pasó y siguió a la mujer hasta un comedor donde había muchos niños. Doce, contó ella.
-¿Son todos hijos suyos? -preguntó Tatiana-
-Oh, no. Aunque me gustaría que así fuera. Son huérfanos y aquí les intento dar un hogar. Pero me cuesta mantenerlos a todos.
-Es muy extraño que haya tantos niños sin padres en un pueblo tan pequeño, ¿no le parece?
-No. Todo es a causa de las visitas de los kosh. Saquean los huertos... y matan a sangre fría a quien intenta defender su cosecha.
-Lamento oír eso. No sabía que las cosas estuvieran tan mal -dijo sinceramente Tatiana-
-Bueno... Puedes comer lo que quieras y dormirás en la habitación de las niñas. Está arriba a la derecha. Algunas de ellas son muy entrometidas así que ignóralas. Buenas noches.
Tatiana no quiso comer nada, así que subió al dormitorio donde habían tres niñas.
-Hola -saludaron-
No parecían sorprendidas al ver una desconocida.
-Hola chicas. ¿Dónde duermo yo? -les preguntó-
-Donde quieras -respondió una de ellas-
Tatiana se sentó en la cama inferior de una de las cuatro literas que habían allí.
Una de las niñas se quedó mirándola y le dijo:
-¿Eres una renegada?
-¿Qué? ¿A qué te refieres? -preguntó Tatiana-
-¿Te resistes a los kosh y a Astaroth? Si es así tienes que irte o nos traerás problemas -dijo la primera-
-¿No sois muy pequeñas para hablar así?
-Puede -dijo la segunda finalizando la discusión-


Capítulo 60
Mash había ayudad a Kurt, el hombre que lo llevó en su carro, a vender su mercancía en el mercado.
Por la tarde, Mash dio vueltas por el pueblo hasta que se cansó y volvió a su habitación en un hostal.
Al día siguiente se prepararon para partir hacia el poblado cercano al Castillo Dorado, pero cuando iban a salir, una mujer que pasaba por delante del hostal le llamó la atención.
Mash se le acercó por detrás. No podía ser ella pues iba con una niña, pero aún así la llamó.
-¿Tatiana?
Ella se giró con precaución.
Cuando lo reconoció se dio cuenta de que jamás se había alegrado tanto de ver a alguien.
Lo abrazó pillándolo desprevenido pero se apartó rápidamente.
«No puedo tomarme tantas confianzas – pensó-»
-¿Estás bien? -le preguntó-
-Sí. No deberías estar aquí. Te dije que escaparas -le dijo ella-
-Lo sé. Pero te lo debía -Mash miró a la niña- ¿Quién es?
-Se llama Alexis.
Alexis era, de las tres niñas que Tatiana había visto en el dormitorio de la casa en la que se alojó, la que no había hablado.
Era una niña de diez años. Era bajita, su pelo era rizado con muchos bucles y de color rojizo, sus ojos eran verdes y sus mejillas tenían pecas y estaban coloreadas.
-Es una historia un poco larga pero el caso es que no quiere seguir en el lugar donde estaba -explicó Tatiana-
-Soy responsable y sé cuidar de mí misma -dijo seria la pequeña-
-Bien. ¿Volvemos a casa? -preguntó Mash-
-Lo estoy deseando -dijo Tatiana al recordar el día anterior y lo horrible que había sido-
Mash se acercó a Kurt para despedirse de él.
-Ya he encontrado a quien buscaba. Me marcho.
-Bien... Me gustaría poder contar con tu ayuda un par de días más pero no pasa nada.
-Adiós, entonces.
Consiguieron dos caballos, aunque más bien lo que hicieron fue robarlos, y volvieron a casa.
Después de aquella aventura, por fin regresaban al amparo de su casa en el bosque.