3ª Parte (Capítulos 31-45)

Capítulo 31
-Pero antes hay que ir a desayunar.
-Sí, Dalia ha convocado una reunión. Supongo que nos anunciará la llegada de Noelia aunque todos nosotros ya lo sepamos.
-Yo no -dijo Steven para sorpresa de Esme-
Esmeralda miró a su hermana.
-Yo no le he dicho nada -contestó ésta-
Esme resopló. Había supuesto que Celeste le había contado todo a Steven cuando los vio juntos el día anterior.
-¿Desayuno? -preguntó Steven, a su vez, extrañado-
En todo el tiempo que llevaba allí, pocas veces comían todos juntos. Cada uno iba por su cuenta, excepto las veces en que alguien quería anunciar algo.
-Sí, desayuno. No vemos abajo -dijo Esme antes de salir del dormitorio junto a su hermana-
Cuando Steven bajó ya estaban todos acomodados en sus sitios. Aunque se suponía que era un desayuno, solo las hermanas estaban comiendo. Como era el último en llegar, decidió no hacerlos esperar y sentarse, aunque en realidad tenia muchísima hambre.
Todos estaban quietos y en silencio exceptuando a las hermanas, que como siempre, estaban echándose miraditas con disimulo y hablando en con una voz tan baja, que nadie las oía.
-Si nadie tiene nada que decir puedes proceder, Noelia -dijo Dalia-
-Voy a ir directa al grano. Los Kosh van a iniciar una guerra abierta y seguramente ataquen en primavera. No sabemos el motivo por el cual han tomado esta decisión. Ayer hablé con Dalia y Mash como ya sabréis.
-¿Y qué decidisteis? -preguntó Steven impaciente-
Todos lo miraron sorprendidos, pues Steven no tenia mucho derecho a interrumpir.
-Hay que acordar un plan, aunque tenemos tiempo de sobra, ya que queda casi un año para la primavera -dijo Noelia-
-Dentro de una semana decidiremos qué hacer. Así que quiero que penséis en esto y si se os ocurre cualquier cosa, decírmela a mí y se hablará de ello la próxima semana -dijo Dalia- ¿Alguien tiene algo que decir?
Todos se quedaron en silencio, sorprendidos de la seriedad y frialdad con la que había hablado Dalia.
-¿Nada? Entonces hemos terminado.
Noelia, Mash y Dalia se levantaron.
-Mash -lo llamó Steven- Espera un momento.


Capítulo 32
Celeste, Esmeralda y Tatiana aún estaban sentadas en la mesa y cada una miraba hacia un lado diferente hasta que Esme recobró la compostura y volvió a su actitud de siempre.
-Bueno, ¿vamos a hacer algo al respecto?
Celeste, que ya estaba abatida, respondió:
-No sé que podemos hacer. Aunque hay más grupos que se resisten a Astaroth, sabemos que los Kosh vendrán a por nosotros directamente.
-Porque somos los que más problemas les damos -aclaró Tatiana-
-Creo que ya lo tengo. Es lo de siempre: pasar de la defensa al ataque.
-Pues yo creo que se te ha ido la cabeza -le replicó su hermana-
-Ya me conocéis -comentó Esme con una amplia sonrisa-
Tatiana se levantó.
-¿Adónde vas?
-A encontrar una solución. Tienes razón al decir que algo tenemos que hacer.
-Vale.
Tatiana salió del comedor.
Aún nos queda una semana, ¿no?
-Sí -respondió Celeste extrañada ante la pregunta-
-¿Y si vamos al poblado? Sé que lo tenemos prohibido, pero quizá averigüemos algo y también puede ser divertido.
-Ninguna de tus ideas resulta divertida cuando Dalia se entera.
Esmeralda se rió y Celeste apoyó la cabeza en la mesa como símbolo de abatimiento y rendición, lo que hizo que Esme se riera más.
Mash y Steven estaban en el patio de la casa, en el exterior.
-¿De verdad que no sabéis que hacer?
-Me temo que no -respondió el guerrero-
-Aún tenemos un año. Enséñame a luchar y defenderme con la espada.
-Bien. Pero advierto que te arrepentirás -dijo Mash sonriendo y desenvainando la espada, que siempre llevaba encima-
Al día siguiente, Steven se levantó muy tarde y después de desayunar, buscó a Dalia.
-Buenos días. Creo que Mash te está esperando fuera.
-Las clases... -se acordó él- Pero tengo que hablar contigo, si no te importa.
-No deberías hacerle esperar, pero dime.
-Esme me dijo que puedes interpretar los sueños.
-A veces. Cuéntame.




Capítulo 33
-¿Habías tenido ese sueño antes?
-No. Creo que no -respondió Steven- ¿Significa algo?
-Sí. Por este sueño puedo decirte que lo que quieres es volver a casa o... quizás Lisa haya encontrado la forma de comunicarse contigo.
-Pero solo era un sueño. No puede ser que...
-Estás en Lucelia , y aquí esto puede pasar.
-Pero ella no está aquí.
-Eso es lo que me desconcierta.
-¿Hay alguna manera de que pueda volver a comunicarme con ella?
-Lo averiguaré y te lo diré después.
-Bien.
-Mash te sigue esperando -le recordó Dalia-
Steven salió corriendo de la casa.
Aquella mañana, Celeste había ido a hablar con Dalia como parte del plan.
Esme le había dicho que de las dos, ella era la más razonable y Dalia seguramente la creería a ella antes que a Esmeralda.
Cuando encontró a Dalia, ésta estaba hablando con Steven, así que esperó a que él se fuera.
-Dalia, ¿tienes un momento?
-Pero rápido, que tengo que ir al poblado.
Celeste vio la oportunidad y decidió no dejarla escapar.
-¿Puedo ir contigo?
-Claro, ¿pero qué querías decirme?
-Era una tontería, no importa. ¿Puede venir Esmeralda?
-Preferiría que no.
-Por favor -insistió Celeste-
-Tengo tanta prisa que me da igual. Llámala y que venga rápido.
-Voy. Nos vemos en el establo.
-Vale.
Celeste corrió a su habitación.
-¡Esme! ¡Rápido! ¡Al establo!
-¿Eso es que no has conseguido convencer a Dalia y nos fugamos? -preguntó Esme con una diabólica sonrisa-
-Mas quisieras -susurró su hermana-

Capítulo 34
Aquel día había mercado en el pueblo y había muchísima gente.
En un descuido de Dalia, las hermanas se habían “escapado”.
Llevaban encima casi todos sus ahorros con la idea de gastarlos en vestidos y bisutería. Cuando estaban mirando una parada donde habían collares, escucharon una conversación que estaban teniendo dos chicas.
-... de todas maneras pienso ir.
-¿Y qué dirá tu padre?
-No me importa. ¡Es una vez al año y ya tengo comprado el vestido!
-Habrá otro baile el año que viene...
Esmeralda, interesada, las interrumpió.
-Disculpa. No he podido evitar oíros. ¿Un baile? ¿Cuándo se celebra?
-Esta Viernes -respondió una de las chicas-
-Estoy un poco desorientada. ¿Qué día es hoy? -preguntó Celeste entrando en la conversación-
-Miércoles. El baile es al anochecer. Tengo que marcharme, hasta luego.
Las hermanas volvieron a quedarse asolas.
-¿De verdad? ¿Un baile? -preguntó Celeste con desagrado-
-Piensa que es un lugar con mucha gente donde más de uno tendrá la información que buscamos.
-Esme... tú y yo sabemos que te da igual averiguar o no cualquier cosa acerca de los Kosh.
-Ya... bueno...
-¿Y esta vez qué tengo que decirle a Dalia?
-No te preocupes, eso es cosa mía.
-Por supuesto. Siempre lo es.
-No te pongas así, hermanita. Vamos a buscarnos unos vestidos para el baile, ¿te parece?
-Qué remedio...
Esmeralda rió.
Dalia andaba por la calle principal del mercado cuando se dio cuenta de que Celeste y Esmeralda no estaban con ella. Como no podía hacer nada, siguió su ruta.
Se detuvo ante una taberna con mal aspecto y suspiró antes de entrar.
Aún no había entrado cuando ya se hallaba en brazos de alguien.
-¡Dalia! ¿Cuánto hace que no nos veíamos?
-Mucho. Mucho tiempo.
-Adelante. Toma asiento y podremos hablar con tranquilidad.


Capítulo 35
Lori y Dalia eran amigas de toda la vida; se habían criado prácticamente juntas y así habían estado hasta que Astaroth arrasó el poblado dejándolo en ruinas. En aquel momento, Dalia le dijo a Lori que se fuera con ella, pero ella rechazó la idea porque decidió quedarse a pesar de la situación. Más tarde, Dalia se enteró de que Lori y su madre se habían escondido en el almacén de la taberna, pero inútilmente, porque un grupo de Kosh las encontraron. Mataron a su madre ya ella la dieron por muerta con una fea herida en la cara. Tiempo después, cuando los Kosh se fueron del poblado, Lori se había encargado de la taberna y en la cara todavía tenía aquella horrible cicatriz que le cruzaba todo un lado del rostro.
Desde aquel momento, Dalia y Lori se habían vuelto a ver en pocas ocasiones y siempre por breves momentos.
-¿Qué te trae por aquí? ¿Puedo ofrecerte algo?
-No, gracias -rechazó Dalia-
-¿Problemas? No sé ni por qué pregunto. Claro que son problemas. ¿De qué se trata esta vez?
-Los Kosh. Como siempre -contó Dalia indignada-
-¿Habéis tenido algún problema con ellos?
-Por ahora... no demasiado. Pero corre la noticia de que van a iniciar una guerra.
-¡Qué tontería! Ya estamos en guerra.
-Pero esta vez será iniciada una guerra abierta. Vendrán por nosotros. ¿Qué podemos hacer? -dijo Dalia desesperada-
-Había oído algo al respecto, pero... no me lo había acabado de creer. ¿Quién ha sido el portador de la noticia?
-Nuestra informadora. Noelia.
-¿Confías en ella?
-Nunca me ha fallado -dijo Dalia-
-No me has respondido. ¿Confías en ella? -repitió Lori-
-Supongo que sí. Aunque quizá...
-Puede haber mentido.
-¿Y por qué lo haría? -se extrañó Dalia-
-Quizá esté aliada con ellos o puede que sea otra cosa. Dale a la situación el beneficio de la duda.
-Hablaré con Noelia -decidió Dalia-
-Pero no le hagas creer que ya no confías en ella.
-Lo recordaré. Ha sido un placer volver a verte.
-Es una desgracia que solo hablemos de nuestros “negocios” -opinó Lori-
-Es a causa de los tiempos que corren.




Capítulo 36
Saliendo dela taberna, Dalia se encontró con Esme y Celeste por casualidad.
-¡Dalia! -exclamó Celeste, sorprendida-
-Prefiero no preguntaros donde habéis estado, así que vamos.
Dalia echó a andar y las hermanas, atónitas por su actitud, la siguieron.
Cuando volvieron a la casa, Steven y Mash se encontraban en el jardín. Steven estaba tumbado en el suelo y la espada de Mash se hallaba en el pecho del abatido como símbolo de victoria; Steven alzó las manos rindiéndose.
-Tú ganas -dijo a regañadientes mientras se levantaba-
Dalia le hizo un gesto y Steven se acercó a ella. Mash entró en la casa y las hermanas fueron a la parte de atrás, donde estaban Tatiana y Noelia.
-Hola chicas -saludó Tatiana-
-Me voy a comer algo. Hasta luego -dijo Noelia antes de marcharse-
Las hermanas se acercaron y sentaron junto a Tatiana.
-Sé que os habéis ido con Dalia al poblado, ¿qué tal ha ido?
-Ha sido divertido, aunque no hemos averiguado nada -contó Esmeralda-
-¿Y eso te divierte? -preguntó Tatiana enfadada-
-No. Lo divertido es que lo averiguaremos todo este Viernes.
-¿Qué sucede el Viernes? -se interesó ella-
-Hay un baile -respondió Celeste-
-¿Y pensáis ir? -Tatiana ya no estaba enfadada, sino irritada-
-Esa es la idea -respondió Esme sonriente-
-No te creas. Yo no quiero ir -se quejó su hermana-
-¡Venga ya! -exclamó Esmeralda- Será divertido, tendremos nuestra información y será divertido!
-Sí, eso ya lo has dicho -replicó Tatiana-
-Tatiana... Y yo que pensaba invitarte... Pues a la próxima entonces -dijo Esme antes de levantarse y entrar en la casa-
-Está loca -comentó Celeste-
-¿Tú también lo crees? -preguntó Tatiana-
-La verdad es que lo del baile suena bien. Tendremos lo que necesitamos y puede que sea un poco entretenido.
-¿Lo saben los demás?
-No. No creo que sea inteligente contarles nuestra fuga.
-Tampoco es inteligente ir -dijo Tatiana que seguidamente se levantó y se fue también dejando a Celeste sola-


Capítulo 37
Dalia y Steven se encontraban solos en el jardín delantero. Dalia lo había llamado para contarle acerca del sueño que él había tenido.
-Steven, creo que sé como puedes volver a contactar con esa chica.
-¿Con Lisa? ¿Cómo?
-Solo tienes que pensar en ella antes de dormirte. ¿No hiciste eso la otra vez?
-No lo sé. He de decir que estaba muy cansado y no recuerdo haber pensado en ella desde que llegué aquí.
-De todos modos no cuesta nada intentarlo. Hazlo cuando quieras. Mañana me cuentas.
-Por supuesto.
Dalia dejó a Steven y entró en la casa buscando a Noelia. La halló en la cocina sentada en uno de los taburetes.
-¿Puedo? Tengo que hablar contigo.
-Claro, siéntate. ¿Sobre qué quieres hablar?
-Sobre lo que nos contaste a Mash y a mí cuando llegaste.
Dalia notó que Noelia se ponía un poco tensa así que prosiguió.
-¿Qué tal te fue el viaje?
-¿Es esto un interrogatorio? -sonrió Noelia, que se encontraba claramente incómoda-
-No. ¿Acaso no quieres contármelo?
Noelia trató de encontrar una salida a aquella pregunta.
-Es que creo que no hay nada que se me olvidara contaros -dijo finalmente-
-No me refiero a eso -dijo Dalia a su vez con astucia- No te estoy preguntando por las noticias, te pregunto que cómo fue el viaje.
-No sé que quieres que te diga. Tardé un par de días en llegar y lo mismo para volver. De lo más normal.
-Pero una vez estuviste allí, ¿de dónde conseguiste la información que me revelaste?
-En... en el mercado la gente habla mucho.
-¿Entonces es solo un rumor? -Con aquella pregunta Noelia comprendió que en realidad sí que era un interrogatorio-
No sabía que responder a aquello y entonces se desmoronó.
Dalia, por su parte, no quería ser insensible pero vio su oportunidad. <<Y en la guerra no hay lugar para la compasión -se dijo a sí misma->>
-¿Por qué no me lo cuentas? -preguntó intentando ser algo más amable-
Noelia ya no pudo soportar más la presión. Estaba agotada. Así que sin más rodeos se lo contó todo a Dalia.
-Me obligaron a mentir. Me amenazaron.
-¿Quiénes? -preguntó Dalia impaciente aunque ya intuía la respuesta-
-Los Kosh, por supuesto.




Capítulo 38
Celeste se había reunido con su hermana en la habitación que compartían.
Todavía pensaba que ir al baile era una mala idea, pero no quería ser una aguafiestas. Ganas no tenia, cierto; pero también era verdad que necesitaba despejarse en esos momentos. Estaba cansada de aquella vida, de tener que huir cada vez que se sentían amenazados por los Kosh, de tener que enfrentarse a ellos, de tener que soportar las quejas de Dalia cada vez que algo se salía de sus planes, ¡de estar allí encerrada! Por todo esto fue por lo que cambió su expresión de frustración por una alegría impropia de ella.
-Bueno, Esme, ¿qué tenías planeado?
-¿Qué? ¿Planeado? ¿De qué estás hablando?
-Baile. Viernes. ¿Te dicen algo esas palabras?
-Oye... ¿dónde está mi hermana? ¿Piensa volver?
Celeste se rió y se sentó en la cama.
-No creo que vuelva. Al menos en un largo tiempo -respondió-
-Uff. No sé... Me gusta esta versión de hermana alegre.
-La verdad es que no sé como tomarme eso.
-Tampoco estaba insinuando que fueses una amargada ni nada...
Celeste se abalanzó sobre su hermana y las dos cayeron en la cama de Esme, riendo.
-¡Me rindo! ¿Me oyes? ¡Me rindo! -se quejó Esmeralda con risas-
-¡Cómo cansa esto! -exclamó Celeste mientras se volvía a incorporar-
-Sí. Volviendo al tema: para el Viernes tengo planeado robarle unos vestidos a Dalia.
-¿Tú crees que tendrá vestidos de baile?
-No lo sé -confesó Esme- Creo que está abajo así que vamos a su habitación.
Las dos chicas salieron en silencio del dormitorio y cruzaron todo el pasillo. Se quedaron paradas delante de la puerta.
-Oye -comentó Esme-, ¿tú has entrado aquí alguna vez?
-¿Yo? No. ¿Y tú?
-¡Qué va!
Abrieron la puerta lentamente y se quedaron asombradas. En el centro de la habitación había una enorme cama azul oscuro con un precioso dosel del mismo color pero algo más claro. La alfombra turquesa recorría todo el centro de la estancia. Las paredes estaban totalmente cubiertas de armarios empotrados. Las cortinas blancas caían desde casi el techo hasta el suelo dando a la habitación un toque regio. Era maravillosa.
Celeste reaccionó antes abriendo el primer armario. En él había ropa sumamente normal, así que lo cerró para abrir el siguiente.
Segundo turno de asombro porque aquel armario estaba lleno de largos y preciosos vestidos de bonitos colores y tela de la más alta calidad. Esmeralda se acercó y cogió un vestido dorado.
-¿De dónde ha sacado Dalia esto?
En aquel momento Dalia entró en su habitación.
-¿Qué hacéis aquí? -preguntó sorprendida-


Capítulo 39
Mientras Dalia había estado en la cocina hablando con Noelia, Tatiana se encontraba en su cuarto.
La última vez que había “escuchado” los pensamientos de Noelia, Esmeralda acabó interrumpiéndola. Había averiguado bastantes cosas en aquella ocasión, pero también sabía que Dalia no era tonta, que sospechaba algo y iba a son sacárselo a Noelia en aquel momento.
Cerró la puerta para que si alguien entrara, ella pudiera enterarse y de paso, que no la sorprendieran de nuevo. Se sentó en la cama con las piernas cruzadas y cerró los ojos mientras buscaba la mente de Noelia. Cuando entraba en la mente de alguien una vez, ya podía entrar en ésta de una manera más fácil y rápida.
Sintió miedo y fue entonces cuando se dio cuenta de que ya estaba dentro. El miedo de Noelia iba dirigido a la conversación que estaba teniendo con Dalia. Sentía incomodidad y sobretodo preocupación. Como la vez anterior, Noelia le estaba mintiendo a Dalia, solo que ésta vez no tenia preparada la historia que iba a contar. Esta vez tenía que improvisar.
Pero de pronto, se derrumbó a causa del cansancio y agotamiento mental que suponía mentir en tantas cosas.
Noelia le contó a Dalia que en su viaje, cuando llegó a los poblados cercanos a la fortaleza de Astaroth, empezó a preguntar a la gente del mercado a cerca de los rumores que corrían por allí. También le contó que un Kosh la llevaba siguiendo parte del camino hacia el mercado y que cuando ella se dio cuenta ya era demasiado tarde. Estaba rodeada por un grupo de Kosh.
La secuestraron y la llevaron a una casa apartada de allí, donde la gente no podía oírla gritar.
Tatiana sentía el horror que producía a Noelia recordar todo aquello.
Allí, en aquella casa, la tuvieron encerrada durante un día y medio y la obligaron a jurar que no le contara a nadie lo que había hecho en aquel viaje y también tuvo que prometer que anunciaría que ellos atacarían a los “rebeldes”, aunque ya lo supieran.
Cuando Noelia acabó de narrarla todo esto a Dalia, Tatiana no salió de la mente de Noelia; navegó por los recuerdos de ella buscando algún detalle que no le hubiera contado a Dalia.
Casi gritó cuando vio el rostro del Kosh que la había seguido.
Su hermano.


Capítulo 40
-Yo... -empezó a decir Celeste-
-Ha sido cosa mía, Dalia. Como siempre -dijo Esme echándose toda la culpa-
La idea de entrar en la habitación de Dalia había sido de Esmeralda, pero el tema del baile lo había sacado ella y por eso, se sentía culpable.
-Esta vez no ha sido culpa suya, de verdad. Ha sido cosa mía. Se me ocurrió que...
-No me importa de quien haya sido la idea; las dos estáis aquí, por lo tanto, ambas habéis tenido algo que ver -sentenció Dalia-
-Lo sentimos -dijo Celeste cogiendo a Esme por el brazo y arrastrándola hasta la puerta- No volverá a ocurrir.
-No, no. ¡Espera! -gritó Esmeralda soltándose-
A Celeste le entró pánico. Un enfrentamiento entre Dalia y Esme no era algo que a alguien le gustara ver.
-¿Qué? ¿No podéis marcharos sin más? -gritó Dalia-
-Pero... ¿y esto? -preguntó Esme mirando la habitación- ¿De dónde lo has sacado?
-Yo,como vosotros, también tengo mi historia -dijo Dalia más tranquila-
-¿Te importaría contarnos un poco de esa historia? -pidió Esme amablemente-
-Bien, de acuerdo.
Celeste todavía no se sentía muy cómoda allí en medio, pero se sentó, llena de curiosidad.
Cuando Esmeralda se colocó en la cama, al lado de su hermana, Dalia empezó a hablar:
-No quiero enrollarme mucho, así que solo os voy a decir que yo era la Duquesa de Prett.
Esmeralda se acercó más a su hermana para poder susurrarle:
-¿Esa no es la que desapareció?
Celeste asintió.
-Yo me fui cuando los Kosh entraron en mis tierras. Sé que estuvo mal dejar a todo mi pueblo a merced de Astaroth pero necesitaba salvar a mi familia.
Cuando Dalia iba a confesarles que ella era su madre, Celeste habló:
-No creo que sea necesario que nos des ninguna explicación a nosotras, pero gracias de todos modos.
-De nada -respondió Dalia en tono amargo que luego camufló con un suspiro- ¿Qué habíais venido a hacer aquí?
-Nosotras... Tuvimos la idea de ir a un baile y... -intentó explicar Esme-
-Podéis ir a cambio de algo -ofreció Dalia-
-¿De qué?
-No le contéis a nada de esto a nadie.
-Vale -aceptaron las hermanas-
-Pero Dalia, me preguntaba si ya que tienes muchos vestidos... -sugirió Esme-
-Coged lo que queráis. Pero rápido, ¿vale?
Dalia salió de allí dejando a las hermanas rebuscando en los armarios.




Capítulo 41
Aquella noche todo estaba en calma.
Mash era ajeno a todos los problemas de los demás. Dalia y Noelia se sentían más libres al haber contado la verdad; Noelia le había contado a Dalia su verdadero viaje y Dalia le había contado a las hermanas parte de su pasado. Celeste y Esmeralda se durmieron contentas por haber obtenido permiso para ir al baile. Steven era el único que no se encontraba tranquilo.
Dalia le había dicho cómo podía contactar con Lisa, y en aquel momento, planeó hacerlo aquella noche. Pero lo había pensado mejor y estaba indeciso.
Se encontraba en la cama, inquieto, mirando el techo. Quería comprobar si era posible poder hablar con Lisa, pero por otro lado, le tenía miedo. Pues Lisa era, en cierto modo, como Esmeralda ya que las dos eran chicas muy decididas, inconformistas y con unos horribles nervios. Y cuando Lisa se enfadaba, al igual que Esmeralda, era mejor dejarla sola.
Un momento más tarde tuvo otra idea: su madre, Selene, habría hablado con Lisa y si él se comunicaba con ella, podría decirle que le dijera a su madre que no se preocupara por él.
Lisa era su novia y ella tenia que confiar en él y él en ella.
Se durmió, como Dalia le dijo que hiciera: pensando en Lisa.
“Cuando se despertó, ya entrado el día, saltó de la cama pensando que había sido una tontería intentarlo, ya que sabía que no iba a funcionar.
Pero silenció esos pensamientos cuando la vio entrar en la habitación.
-¿Steven? ¡Por fin! -gritó ella mientras se refugiaba en los brazos de él-
-Puedo tocarte -dijo él asombrado-
-No seas tonto -se quejó Lisa- No soy un fantasma.
-Hacía tanto que no te veía...
-Lo sé. ¿Cuándo vas a volver?
-No... No puedo volver -dijo Steven pensando que Lisa empezaba a ser demasiado pesada-
-¿No puedes o no quieres? -preguntó ella apartándose de Steven-
-No puedo. Oye, escucha, aquí me necesitan o eso creo.
-¿Aquí? Aquí no hay nada.
Steven se giró esperando ver su dormitorio, pero cuando se dio la vuelta solo vio tierra. Una tierra infinita como la de un desierto.
-Me tengo que ir -anunció ella-
-Lisa... Volveré, lo prometo.
-No deberías hacer promesas que no puedas cumplir. Pero no te preocupes. Seré yo quien nos salve.”
Cuando abrió los ojos tardó en comprender que todo lo que acababa de suceder había sido un sueño.


Capítulo 42
Tatiana, al igual que Steven, no lograba conciliar el sueño aquella noche. Estaba demasiado preocupada.
Ya sabía que su hermano estaba con el enemigo, él era el enemigo. Pero aunque quisiera, no podía imaginarse a Rick siguiendo a Noelia, aunque sabía que así había ocurrido.
Y luego había recordado que las hermanas iban a ir al baile del poblado y allí estarían los Kosh, también estaría Rick seguramente y recordó también que Esmeralda ya se había encontrado una vez con él.
Debía evitar a toda costa que fueran al baile.
Cuando amaneció, se levantó y fue a buscar a Esmeralda, pero por el camino se encontró a Mash.
-Oye, Tatiana.
Ella se quedó muy sorprendida, pues desde que se había unido al grupo, unos meses atrás, solo había hablado con Mash en tres o cuatro ocasiones, pues tampoco tenía nada que hablar con él.
-¿Sí?
-Tengo que ir al poblado de las afueras a hacer unos recados. Volveríamos en dos días. Noelia no quiere acompañarme, a los caballos no suelo caerles bien y sé que tú tienes un don con los animales -sonrió él-
<<No sabe lo cierto que es eso-pensó ella->>
-Es que tengo cosas que hacer -respondió secamente-
-Sí, lo imagino. No pasa nada -dijo él marchándose-
-No... Yo puedo ir. Pero dame cinco minutos. Espérame en el establo.
Tatiana había estado con ellos desde que Astaroth obtuvo el poder que poseía en aquel momento y nunca había hecho nada para compensarlos. La veían siempre sola y quizás amargada y por eso no hablaban con ella y tampoco le pedían ayuda para nada. La habían acogido y ella sentía que tenia que devolverles el favor y por eso aceptó acompañar a Mash.
Buscó a las hermanas en la cocina, en el comedor y en los dormitorios sin encontrarlas. Por supuesto, no había mirado en la habitación de Dalia, que era donde estaban.
Bajó del piso de arriba desolada. Tenia que decirles que no fueran a la fiesta porque allí estaría Rick y podría reconocer a Esmeralda.
Pero tampoco podía decirle a Mash que esperase más, porque pensaría que estaba dejándolo plantado, así que se reunió con él, montaron los caballos y se pusieron en marcha.
Esmeralda y Celeste estaban probándose vestidos despreocupadamente sin saber el peligro que corrían al querer ir al baile al siguiente.



Capítulo 43
Aquel día, Steven estuvo escondiéndose de Dalia en todo momento. Lo que quería era evitar que ella le preguntase acerca de Lisa.
Quería descubrir que significaba el sueño que había tenido, pero quería averiguarlo por su cuenta.
Tenía el día libre ya que Mash se había ido. Antes de irse, él le había pedido que lo acompañase y Steven estuvo a punto de aceptar y de ese modo librarse de tener que evitar a Dalia, pero no le apetecía; prefería quedarse en la casa y practicar los movimientos de ataque y defensa que ya había aprendido.
Fue al atardecer cuando, ya cansado, volvió a la casa, pues siempre que salía a practicar se iba a un claro que había en el bosque.
Cuando subió al piso de arriba se paró en mitad del pasillo al oír a las hermanas.
Se asomó en la habitación de ellas pero no estaban allí. Siguió sus voces y llegó al cuarto de Dalia.
Llamó a la puerta y ellas se callaron.
-Soy Steven. ¿Qué hacéis ahí?
Celeste salió abriendo la puerta lo mínimo posible para que él no viera la habitación.
-Hola. ¿Querías algo? -preguntó ella-
-No. Solo venía a saludar pero ya veo que estáis ocupados -dijo él dándose la vuelta para marcharse-
-Steven... -empezó Celeste-
-No te preocupes. No le diré nada a Dalia.
-No es eso; ella ya lo sabe. Pero lo que pasa es que ella no quiere que nadie más entre en su dormitorio.
-No pasa nada.
-Entonces vale. Otra cosa, ¿nos has estado evitando?
-¿Yo? -preguntó él sorprendido- No.
-Ah, vale. No es por nada, solo curiosidad.
-Bien. ¿Y en qué andáis metidas? Solo es curiosidad -dijo él sonriendo-
-Mañana hay una especie de fiesta y vamos a ir.
-¿Y no me invitáis?
-Es que... Verás, si pasara algo...
-Ya sé lo que quieres decir. Todavía no estoy preparado.
-Si fuera por mí o por Esme, tú vendrías, créeme, de verdad. Pero si vinieras, Dalia lo sabría y no creo que le guste la idea.
-Lo entiendo.
-Ajá... -respondió Celeste sin saber que más decir-
-Buenas noches -se despidió Steven-
-Lo mismo digo -dijo ella entrando de nuevo y rápidamente en el cuarto-


Capítulo 44
Al día siguiente por la mañana todo transcurrió con normalidad.
Por la tarde, las hermanas se arreglaron y fueron al poblado.
El baile tenía lugar en una de las pocas mansiones que había en la zona.
Apenas entraron y ya estaban asombradas.
Estaba repleto de gente.
Era un enorme salón. Las paredes estaban cubiertas de enormes espejos y el techo decorado con grandes lámparas de cristal.
En un lateral de la estancia había una gran mesa de bufé repleta de todo tipo de comida.
Todos los invitados vestían sus mejores galas y Celeste y Esmeralda no eran una excepción.
Celeste llevaba un traje largo de cintura ceñida y sin mangas, granate con un lazo en la cintura de color rojo claro. La falda del vestido no era muy ancha y el escote era sencillo.
Esmeralda, en cambio, iba muy llamativa, tanto que, cuando entró en el salón, todos se giraron para mirarla, aunque ella, ni mucho menos, era la que vestía más estrafalaria en la fiesta.
Llevaba un largo vestido de falda ancha de color azul brillante, de cintura también ceñida al igual que el de su hermana y atado al cuello. Su escote era con forma de corazón.
Se emocionaron tanto al ver el ambiente que había en el salón que, por un momento, se olvidaron del objetivo por el cual habían acudido allí.
Se acercaron a la mesa de la comida para que la gente dejara de mirarlas.
-Oye, aquí hay mucha gente, ¿no? -preguntó Celeste a su hermana en un susurro-
-Sí, bueno...
-¿Qué vamos a hacer?
-Yo voy a buscarme una pareja de baile.
-No sé yo...
-Voy a echar un vistazo -dijo Esme sin hacer caso a su hermana-
Cuando Esmeralda se perdió entre la multitud, un chico se acercó a Celeste.
-¿Es tu amiga? Quiero pedirle un baile.
-Es mi hermana. Está allí -respondió Celeste señalándole al chico por dónde se había ido Esme-
-Preferiría que se lo dijeras tú cuando vuelva. Dile que estaré en aquella esquina,donde el cuadro gigante.
-De acuerdo -dijo ella sonriendo, pues el chico era muy guapo y por un instante, Celeste sintió envidia de su hermana-


Capítulo 45
Cuando Esmeralda volvió al lado de Celeste vio que estaba un poco rara.
-Hey, ¿qué me he perdido?
-Han servido un par de copas -dijo Celeste
-Ya veo... ¿Estás borracha?
-¡Oh, no!
Aunque Celeste lo negó, era claro que sí que estaba algo bebida de más.
-De todos modos no bebas más, ¿vale?
-Ok. Me acabo de acordar de algo, escucha: un chico muuuy guapo -dijo alargando la palabra- quiere invitarte a un baile.
-Vale, ¿dónde está?
-Allí -dijo Celeste señalando el lugar que le había dicho el joven-
-Mejor me quedo contigo -decidió Esme-
-No, no... Ves a bailar.
-Prométeme que no vas a beber, ni tomar ni lo que sea nada más, ¿vale? -repitió-
-Que sí, que sí.
Esmeralda se dirigió hacia el lugar donde debería estar esperándola aquel chico pensando que era extraño que su hermana estuviera borracha.
Cuando llegó bajo el gran cuadro se quedó helada por la mezcla de miedo y asombro que sintió al ver al chico que la esperaba. Rick.
Llevaba un traje de vestir de color azul claro, del mismo color que el vestido que llevaba ella.
El pelo negro le caía por la frente a la altura de las cejas.
La miró de arriba a bajo con una sonrisa y ella, sin darse cuenta, se sonrojó.
-¿Qué... haces tú aquí? -consiguió decir-
-No lo sé. Quizá lo mismo que tú.
-No lo creo -dijo ella dando media vuelta con la intención de marcharse-
-Yo no haría eso.
-No te atrevas a amenazarme -dijo ella alejándose-
-Sé dónde está tu hermana.
Al oír aquello, Esmeralda se detuvo y volvió junto a él.
-¿Qué quieres? -le preguntó ella llena de odio-
-ya te lo ha dicho tu hermana. Quiero un baile -respondió él sonriendo de nuevo-
Esme tuvo ganas de suspirar de alivio, pues esperaba que él quisiera cualquier otra cosa, pero no quería darle esa satisfacción.
-¿Bailar? -replicó incrédula- ¿En serio?
-¿Hay algún problema? Porque sí, quiero un baile.
Esmeralda nunca imaginó que tendría que bailar con su enemigo.
Cuando empezó una nueva canción, justo en aquel momento, ella se acercó a él tímidamente, pues seguía siendo un desconocido. Un desconocido peligroso además.
Rick sonrió al verla dudar y aquello hizo a Esmeralda echarse un poco atrás. Ella se molestó bastante cuando él se tomó tantas confianzas al ponerle la mano en la cintura además de ofrecerle la otra. Como respuesta, ella puso la suya sobre la de él y temió, al colorarse, que él malinterpretara aquel gesto. No quería que pensara que era tímida pero tampoco que pensara que ella le tenía miedo. Tenía que ser valiente; las circunstancias que estaba viviendo lo requerían.